martes, 23 de noviembre de 2010

No le digo...

No le digo que la quiero cuando me oye... cuando me ve...

Le digo que la quiero cuando se aleja... cuando se pierde entre las sombras de los espacios y solo me quedo viendo la silueta de su cuerpo, esperando que el murmullo de mi voz le alcance para oír lo que siento...

Una noche lo grité tanto como pude, pero no llego a oírme... no estaba allí para presenciar ese instante. Estaba pero no, vivía en otra realidad y quería por momentos cosas que estaban mas alla de mí. Intenté volver a gritar pero mis cuerdas vocales no penetraban su corazon, solo sus oidos que a lo sumo lograban hacer que ese grito se convirtiera en una noche, dos a lo sumo, de compania y placer mutuo...

Yo creí en su gesto de empatía, incluso de amistad pero la oscuridad se reflejaba en sus ojos como un símbolo de codicia y apego hasta el punto de creerme suyo aunque jamas lo he sido...

Propiedad sin papeles... alma sin corazón...

Yo vivía en mi mundo y ella en otro, en el que nunca fui participe... no recuerdo como me incluí en las obras de sus historias... de pronto mi soledad le armó un cuento de paraíso y cielo... pero yo continuaba alucinando la silueta que apreciaba de espalda, cuando se alejaba de mi, y los Te Quiero los seguía guardando aunque ella no lo supiese...

Tal vez si, imaginaba que la queria, porque mis ojos no dejaban de brillar cuando la veía...

Tal vez si, imaginaba que la queria porque mis labios no dejaban de sonreír en su presencia...

La necesito y la extraño tanto... porque son tantas noches de amor y locura, que nada se compara con el terror de perderla. No le digo que la quiero, porque si he de callarlo es porque lo entendí todo... al menos puedo fingirlo, que cuando se va no me duele... y cuando esta no la noto...

O solo elijo quedarme con ese sentimiento y ocultarlo... llevarlo lejos del corazon... lo mas lejos posible, que ni un gramo llegue a rozarlo siquiera...

Por eso no le digo que la quiero cuando me oye... cuando me ve...

Le digo que la quiero cuando se aleja...

lunes, 15 de noviembre de 2010

Carta de renuncia

("El siguiente escrito no esta basado en un hecho real ni personal" ajajaja)

Hoy decidí quedarme en casa, para acabar de lamer mis heridas en solitario como los animales...

Acostado en mi habitación me puse a pensar, mientras el viento entraba por mi ventana y soplaba en mi oído verdades mentirosas y la vela se consumía, como consumiendo la poca razón que me quedaba.
Las paredes rechinaban como queriéndome molestar, con ese ruido doloroso e inmundo que producían, las cortinas se movían con el movimiento del viento y yo me encontraba entre esas cuatro paredes que encerraban mi mente y mis pensamientos. Me encontraba pensando en un estado de silencio absoluto, pensando en un mundo vacío, pensando en una rosa, pensando en un amor no correspondido, pensando en... vos.


Pero basta! Renuncio! renuncio a...

Renuncio a quedarme con tu mala mirada, tus palabras frías, tu poca alegría, tu poca fe ante la vida. Y que por culpa de tus problemas, no puedes admitir que otros sean felices o que estén tranquilos.

Renuncio a quedarme con tu egoísmo, tu hipocresía. Tus bondades por conveniencia, tus críticas destructivas, tus responsabilidades que son solo tuyas y no mías.

Renuncio a sentirme triste, cuando me hieres con tus palabras tan despreciativas.

Renuncio a las excusas, al simple hecho de decir que esto pasó por que “tú” no hiciste y que jamás digas "me equivoqué, lo admito".

Renuncio a creer que soy todo lo que me dices. Y a creer que solo tú haces las cosas bien. Cuando llevo contados todos tus errores y no me importaron, ni por eso deje de estimarte, ni por eso te pensé como menos persona.

RENUNCIO Y PUNTO.